¿Cómo podríamos atribuirnos algo a nosotros mismos? Nuestra capacidad nos viene de Dios 2 Cor.3, 5. La vida es una lucha, pero la mayoría de la gente no se da cuenta que nuestra lucha, al igual que la de Jacob, ¡realmente es una lucha con Dios! Queremos ser Dios, y no hay manera de que vayamos a ganar esta lucha, pero de todos modos seguimos intentándolo. Juan Pablo II dijo: “La razón por la que muchos siguen preocupados, siguen todavía buscando, siguen todavía teniendo progresos pequeños, es porque no han renunciado a sí mismos. Seguimos tratando de dar órdenes e interfiriendo con el trabajo de Dios en nosotros.”
No somos Dios, y nunca lo seremos. Somos seres humanos, y las veces que tratamos de ser Dios, son las veces que terminamos más como Satanás, que también trató de ser como Dios. Aceptamos nuestra humanidad intelectualmente, pero no emocionalmente. Aceptamos la idea a nivel mental, pero cuando nos enfrentamos a nuestras propias limitaciones, reaccionamos con irritación, enojo y resentimiento. Queremos ser más altos (o mas chaparros), más listos, mas fuertes, más talentosos, más guapos y adinerados. Queremos tenerlo todo y hacerlo todo, y nos enojamos cuando no sucede así. Entonces, cuando nos damos cuenta de que Dios les ha dado a otros, características que nosotros no tenemos, respondemos con envidia, con celos y autocompasión.
Lo que significa rendirse Rendirse a Dios no es una resignación pasiva, fatalismo o una excusa para la flojera. No es aceptar el status quo. Puede significar exactamente lo contrario: sacrificar tu vida en la resistencia contra el mal y la injusticia, o sufrir para cambiar lo que tiene que ser cambiado. Dios llama a menudo a gente que se ha rendido, para que pelee en Su Nombre, en el campo de batalla. No lo hace con los cobardes o los que se ponen de tapete. Rendirse no es poner tu cerebro en neutral y renunciar al pensamiento racional. ¡Dios no desperdiciaría la mente que te dio! Dios no quiere robots que lo sirvan. Rendirse no es reprimir tu personalidad. Dios quiere utilizar tu personalidad que es única. Más allá de disminuirte, el rendirte realza tu ser único.
C. S. Lewis observó que “Mientras más dejamos a Dios tomar posesión, mas nos convertimos verdaderamente en nosotros mismos – porque Él nos hizo. Él inventó a las distintas personas que tú y yo estamos destinados a ser. Es cuando me vuelvo hacia Cristo, cuando me entrego a su personalidad, cuando puedo empezar a tener una personalidad real de mi propiedad.
Fuente: ADOREMUS, www.adoremus.com.mx