EL ALTAR

Al entrar en una iglesia lo que más se ve es el altar. Se llama altar simplemente porque esa “mesa” está colocada en un lugar “alto”, bien visible.
En general, todas las religiones utilizaron altares, un lugar especial, donde se derramaban o quemaban las ofrendas sacrificiales, como expresión de adoración a la divinidad.
En los primeros tiempos los cristianos no tenían iglesias y celebraban la “fracción del pan” en los domicilios particulares. Cuando la iglesia dejó de ser perseguida, se construyeron templos y también esa importante “mesa” que llamamos altar.
El altar cristiano es simultáneamente:
El ara donde se realiza la entrega de Jesús en la cruz.
La mesa del Señor en torno a la que se congrega el pueblo de Dios para participar en la cena del Señor, sobre todo comiendo y bebiendo el cuerpo y la sangre de Cristo.
El centro de la “acción de gracias” que realiza la eucaristía.
¿Han notado que el sacerdote cuando llega al altar para celebrar la misa se inclina y lo besa?
¿A qué se debe este gesto de cariño, de amor que es el beso?
A que el altar representa, “simboliza” a Cristo. Allí, Cristo vuelve a ofrecer, sacramentalmente, la inmolación de Cristo en la cruz por toda la humanidad y sigue ofreciéndose como alimento en la eucaristía. Por eso el altar es venerable. Pero el altar también nos representa a nosotros los cristianos, “miembros del cuerpo de Cristo” y por lo tanto “altares espirituales” en los que debemos ofrecer a Dios, cada día, la ofrenda de una vida santa.
El altar semeja una mesa (por eso el mantel). Es la mesa de la comida y bebida del cuerpo y la sangre de Cristo. Jesús instituyó la eucaristía en medio de una “cena” y quiso entregarse como “alimento”en el pan y el vino (como ya vimos).
Esta mesa por lo tanto, es el lugar de la unión y la “re-unión” de los invitados a la “cena del Señor”, que nos convoca como hermanos.
fuente: www.san-pablo.com.ar/lit

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