Reconocemos al finalizar este IV ENJUVI, MISION ESPERANZA, PROYECTO
RECONCILIACIÓN, que la violencia que vive actualmente nuestro país tiene
historia. Es el resultado de un proceso de destrucción de los mecanismos
de cohesión social, donde todos tenemos cierta responsabilidad. La
violencia se expresa principalmente en el crimen organizado pero también
tiene muchas manifestaciones culturales diarias.
Ante las imágenes de violencia que saturan nuestros ojos todos los días, los jóvenes cristianos, nos sentimos invitados a contemplar a Dios, que mira al mundo con ojos de misericordia y decide hacer redención de los suyos.
Reconocemos al verdadero Dios, al Dios de Jesús, y de él recibimos un horizonte desde el cual mirar nuestras relaciones con los otros y la creación, porque sin un Dios cariñoso y lleno de misericordia no hay perdón ni reconciliación. Mucho menos, felicidad.
Nos preguntamos: ¿Qué hacer para que se note que somos hijos de Dios? Y contestamos que requerimos un corazón de carne que nos haga actuar como hermanos. Si no reconocemos en el migrante a nuestro hermano, no reconocemos a Dios como padre; si el asesino no es nuestro hermano, tampoco reconocemos a Dios como Padre. Esto que parece una locura, pero en ello consiste ser cristiano.
Ante las imágenes de violencia que saturan nuestros ojos todos los días, los jóvenes cristianos, nos sentimos invitados a contemplar a Dios, que mira al mundo con ojos de misericordia y decide hacer redención de los suyos.
Reconocemos al verdadero Dios, al Dios de Jesús, y de él recibimos un horizonte desde el cual mirar nuestras relaciones con los otros y la creación, porque sin un Dios cariñoso y lleno de misericordia no hay perdón ni reconciliación. Mucho menos, felicidad.
Nos preguntamos: ¿Qué hacer para que se note que somos hijos de Dios? Y contestamos que requerimos un corazón de carne que nos haga actuar como hermanos. Si no reconocemos en el migrante a nuestro hermano, no reconocemos a Dios como padre; si el asesino no es nuestro hermano, tampoco reconocemos a Dios como Padre. Esto que parece una locura, pero en ello consiste ser cristiano.
Nos sentimos llamados a tomar postura ante la situación que vive
el país. No queremos acomodarnos a la lógica del éxito, el consumo y el
arrebato. Queremos construir una vivencia sencilla y comunitaria, en que
la apertura y la empatía sean valores primordiales. Creemos que solamente
al lado de Jesús, siendo sus compañeros y amigos, podemos hacer el cambio y
establecer la paz y la justicia. Nuestras acciones serán pequeñas, pero
constantes; sencillas pero comunitarias, ya no individuales. Estamos de pie y
luchando para que el camino sea amplio, queremos que todos quepan.
Vamos al encuentro de nuestros ancianos y nuestros pueblos originarios; su sabiduría e intuición tiene mucho por decirnos. Vamos a hacer un buen uso de los medios. Usaremos las redes sociales como canales transmisores de la Buena Nueva de Jesús de Nazaret.
Vamos al encuentro de nuestros ancianos y nuestros pueblos originarios; su sabiduría e intuición tiene mucho por decirnos. Vamos a hacer un buen uso de los medios. Usaremos las redes sociales como canales transmisores de la Buena Nueva de Jesús de Nazaret.
Vamos a hacer a un lado el miedo; la
creatividad será nuestra arma, la justicia nuestro fin.
Concretamente, nos comprometernos a participar en proyectos sustentables que propicien el desarrollo de una nueva economía solidaria mediante el comercio justo.
Es momento de crear puentes de unión comunitaria, de participar en una vida política distinta que busque el bien común y se libere del interés de unos cuantos. Es tiempo de diálogos verdaderos y críticos que promuevan una honesta reconciliación.
Nuestra vitalidad se refuerza en Cristo, y ésta, es nuestra mayor fortaleza. No vamos a perder el ánimo y la fiesta, vamos a construir terrenos de esperanza, vamos a hacer presente el Reino de Dios.
Dios nos ha dado el mundo, somos responsables de él. México es nuestro y por ello queremos caminar libres en nuestros pueblos y ciudades, vamos a invitar al otro y a la otra a sumarse a nuestro proyecto. Vamos a construir la paz y la esperanza con un proyecto de reconciliación, sin perder la memoria, y con la práctica del perdón.
Las y los jóvenes ignacianos nos comprometemos con México.
Concretamente, nos comprometernos a participar en proyectos sustentables que propicien el desarrollo de una nueva economía solidaria mediante el comercio justo.
Es momento de crear puentes de unión comunitaria, de participar en una vida política distinta que busque el bien común y se libere del interés de unos cuantos. Es tiempo de diálogos verdaderos y críticos que promuevan una honesta reconciliación.
Nuestra vitalidad se refuerza en Cristo, y ésta, es nuestra mayor fortaleza. No vamos a perder el ánimo y la fiesta, vamos a construir terrenos de esperanza, vamos a hacer presente el Reino de Dios.
Dios nos ha dado el mundo, somos responsables de él. México es nuestro y por ello queremos caminar libres en nuestros pueblos y ciudades, vamos a invitar al otro y a la otra a sumarse a nuestro proyecto. Vamos a construir la paz y la esperanza con un proyecto de reconciliación, sin perder la memoria, y con la práctica del perdón.
Las y los jóvenes ignacianos nos comprometemos con México.
Con MAS FE Y
JUSTICIA, tendremos un México en paz.
En el ITESO, Universidad Jesuita en
Guadalajara / 26 de Junio del 2011