Nosotros, discípulos «Emaús 2009» queremos contar lo que nos ha sucedido en esta Pascua Misionera y cómo lo hemos reconocido al compartir el Pan de Vida.
Reconocimos primero que nos llamó a congregar a los hermanos y hermanas que quisieran participar de este Pan. Como Equipos Misioneros nos preparamos renovando nuestro compromiso misionero. Recordamos las palabras de Jesús, cuando dice: “… vayan, y hagan discípulos entre todos los pueblos… y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he mandado…”. Le respondimos diciendo: “Creemos que Dios en Cristo nos llamó para esta misión”.
Luego nos congregamos por Zonas, para gustar y saborear los temas del Pan de la Palabra, que íbamos a compartir. ¡Fuimos alrededor de 600 discípulos! Le pedimos que como “Discípulos y misioneros tuyos, queremos remar mar adentro, para que nuestros pueblos tengan en Ti vida abundante, y con solidaridad construyan la fraternidad y la paz.
Señor Jesús, ¡Ven y envíanos!”
Creemos que Jesús mismo nos “fue explicando las Escrituras, mientras íbamos de camino”. Nos reveló que Dios creador de la Vida ha escrito su primer libro en todo lo que existe y que no ha abandonado su voluntad de llenar de vida toda la tierra. Su Palabra nos fue abriendo el entendimiento de que Él sigue trabajando, dando vida, comunicándosenos en todo lo creado. Que ahí lo podemos encontrar como el Dador de la Vida.
Que lo podemos encortar al saborear su palabra como un goteo que vamos gustando y que hace arder nuestro corazón y nos invita encontrarlo como José y María en medio de las dificultades del matrimonio, si sabemos dialogar como ellos y enseñados por Jesús nos ponemos al “servicio de las cosas de su Padre”..
Igualmente nos fue abriendo el entendimiento para comprender que Él pasa hacia la Vida en el trabajador caído que es asaltado por la injusticia y que necesita ser curado y hospedado, cuidado y recuperado por el reconocimiento y ejercicio de sus Derechos Humanos.
Hizo seña de seguir adelante, pero lo descubrimos en el Migrante que nos invita a la Hospitalidad y a la atención del que necesita de hospedaje, “porque se hace tarde”.
“Ustedes son testigos de todo esto” Jesús nos ha abierto la mente para que entendamos que el mayor servicio que se puede dar para una transformación de toda la realidad es la entrega de la propia vida. La muerte de Jesús tiene una potencia liberadora que nos traslada del ámbito de la maldad y la muerte, al campo de la bondad y de la vida. En su cruz está la gloria máxima de Dios, que es la vida de los pobres. En ella brilla la luz de la vida nueva de la resurrección, es decir, de la transformación y de la liberación de toda la creación. De allí que hayamos reflexionado sobre los aspectos sociales de nuestra realidad y que Jesús nos haya abierto los ojos para comprometernos con la liberación de lo que retiene y amenaza la vida.
“Ellos al instante se levantaron, volvieron a Jerusalén y encontraron a los once con los demás compañeros…Contaron lo que les había sucedido por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan” (Lc 24, 33-35). Reunidos en La Lupita Cumuapa, en la Natividad y en san Francisco de Gil Pérez, nos encontramos de las distintas comunidades, contamos cómo nos había ido en el caminar de la cuaresma y Pascua, compartimos el pan. Sentimos el impulso de volver a Jerusalén y a Galilea, es decir, al camino de seguimiento de Jesús, sabiendo que Él va con nosotros y que nos llama a colaborar en su Misión: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10).
Esta vida que comienza por lo más elemental, pero que es ya gran regalo de nuestro Dios Creador, nos llama a comprometernos en “Mejorar el medio ambiente, trabajando por reducir la contaminación” (Compromiso de las 3 Zonas). Y, como parte de este ambiente glorioso de la Creación estamos llamados “Trabajar porque el agua potable llegue a todos, gestionando que el agua, derecho de todos, sea potable, mediante la gestión de mantenimiento de las Plantas Potabilizadoras, con cuota accesible” (Zonas 2 y 3). Además el Espíritu de nuestro Señor resucitado nos envía a “Mejorar la integración familiar y a Apoyar a las familias de enfermos, en hospitales” (Zona 1 y 2).
Volvemos, pues a nuestras comunidades y compartimos con ellas lo que nos ha sucedido en el Camino de Emaús 2009, promoviendo la vida, uniéndola a la Biblia y a la experiencia de vida nueva recibida en el bautismo y renovada en la Pascua y en el partir el Pan de la Palabra y de la vida.
P. Javier Garibay sj