Un acontecimiento que nos invita a ir hacia los más pobres.
Para finalizar con nuestro maratón de fiestas navideñas tenemos, por último, la celebración del día de Reyes.
Esta festividad en la que celebramos uno de los episodios más bellos de la infancia de Jesús está relatada al inicio del capítulo dos del evangelio de Mateo. Hoy esta festividad tiene una connotación más pachanguera que reflexiva. Por esta razón, es conveniente que nos detengamos un momento y dejemos a un lado el atole y la rosca de Reyes, para comprender el sentido y las implicaciones que tal acontecimiento tiene sobre nuestra vida como cristianos y hombres del mundo, de tal modo que nos demos cuenta de la profundidad de este hecho amoroso de la revelación del Padre en Jesús.
El evangelista Mateo, en los relatos referidos a la infancia, nos da un perfil muy claro de Jesús, nos muestra los rasgos fundamentales de esa persona que ocupará todo el corazón de su evangelio. Recordemos que Mateo escribe para la comunidad judeocristiana, año 70, y por ello su intención en este texto no está orientado a mostrar un acontecimiento exactamente histórico, sino a indicarnos cómo y a quiénes se revela el Hijo de Dios, de tal manera que podemos contemplar la forma en que se hace presente la revelación del Dios para la humanidad: nace en medio de la pobreza (pesebre); sufre la persecución, Herodes le busca matarlo; pero ese niño pobre y perseguido es la salvación de Dios hacia todos los pueblos, los magos representan el mundo pagano que a diferencia de los judíos reconocen en Jesús al Mesías.
Por tanto, Mateo en el relato de los magos nos muestra cómo Jesús se constituye en el lugar humano por excelencia donde se manifiesta Dios: un Dios que se encuentra en la realidad del pobre, que nace del lado del pobre, que opta por estar con él desde un inicio, que se ubica en la periferia desechada por la humanidad. Ese Jesús perseguido desde su más tierna infancia, nos pone de cara a un Dios que padece la injusticia social, la persecución y la carencia que lo obliga a migrar y a refugiarse.
El relato de los magos nos muestra a un Dios profundamente solidario con el ser humano que sufre las injusticias que hoy adquieren caras bien definidas: lo marginados, los desplazados, los migrantes, los promotores de los derechos humanos, las madres solteras, los sin trabajo, los que asumen una identidad sexual diferente, etc. Mateo nos invita a ir a ese lugar donde se revela Dios. Nosotros, a semejanza de los magos, estamos invitados a ir a ese lugar donde se muestra Dios, llevándole nuestros regalos, nuestra entrega, nuestro servicio, nuestro amor. Hoy todos tenemos la posibilidad de encontrar y servir a Jesús en los que sufren, él mismo se ha identificado plenamente con ellos (Mt 25, 34 - 40) Emprende tú el camino en la búsqueda de Jesús como lo hicieron los magos de oriente.
Alejandro Torres Barajas. SJ.