JOVENES EN MOVIMIENTO (Los Jovenes, La Politica Y La Construcción Del Pais)

El segmento de los jóvenes ofrece muchas oportunidades a explorar. El mundo de los jóvenes no puede ser expresado con imágenes estáticas, ni medido con instrumentos fijos. Se dice que cualquier aproximación a los jóvenes como realidad estática está condenada al fracaso; no hay una condición única, ni una realidad común para todos los jóvenes. La realidad de ellos no es homogénea ni uniforme, sino diversa y plural.

Por ello, hoy más que nunca, se requiere la renovación y la innovación del liderazgo nacional. Los jóvenes deben participar con libertad absoluta y con autonomía en nuevas propuestas que les permitan crearse espacios y oportunidades. Para ello, se deben de redefinir las oportunidades existentes en concordancia con los diferentes estratos socioeconómicos a los que ellos pertenecen. Los jóvenes mexicanos deben convertirse en verdaderos actores/sujetos sociales y políticos, líderes y emprendedores, con posibilidades reales de incidir y decidir en cuanto a la construcción de un proyecto de sociedad verdaderamente democrático, moderno, justo y humano.

Canalizar y capitalizar el esfuerzo y conocimiento de los jóvenes en beneficio de la población, poniendo en práctica la preparación adquirida en su formación personal y profesional, así como despertando su conciencia sobre la realidad social, política y económica del país, es lo que debemos de buscar a través de un nuevo proyecto generacional. Esto, a la par de fomentar y reforzar su compromiso diario con México.

De acuerdo al Reporte de Desarrollo Humano (PNUD), el empleo en México ha caído por 180,000 desde el 2001. En promedio, los salarios femeninos son 11% menores a los de los hombres. Pero en general, los jóvenes de ambos sexos son quienes sufren los mayores niveles de desempleo abierto, con una tasa de alrededor del 4.6%, lo que equivale a 454 mil personas. De las mujeres entre 15 y 19 años, el 24.2% trabaja; de los hombres, el 49.1%. Esta proporción aumenta para las jóvenes de entre 20 y 24 años de edad en un 40.8%, y para los hombres equivale a un 80.7%.

De acuerdo con un vigente estudio del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), el porcentaje de muertes en mujeres jóvenes por embarazo precoz, parto y puerperio es de 9.1%, lo que representa 718 muertes anuales, y la convierte en la tercera causa de decesos entre esta población.

Otros datos alarmantes los brinda la Encuesta Nacional de la Juventud, la cual señala que el 29.3% de los jóvenes cuenta con un contrato de trabajo; de éstos, sólo el 38.8% posee estabilidad laboral. Asimismo, el 37% de la población económicamente activa juvenil no cuenta con prestación social alguna y el 47.3% recibe por su trabajo, exclusivamente, un salario base.

Cifras como estas, son las que ponen a la sociedad a reflexionar sobre la falta de oportunidades y rezago económico que impera en el país. Por cuestiones como ésta, es que vemos que hoy en día, los partidos políticos y los políticos hacen grandes proyectos enfocados hacia la juventud. Los jóvenes por su parte, ya no son tan ingenuos y no se convencen de lo que simplemente se les dice bajo un cierto toque carismático. Ya no sueñan con que los proyectos presentados realmente les vayan a dar la existencia de un mundo lleno de oportunidades, sino que se han decidido unos, a salir a buscarlas a costa de lo que sea, mientras que otros, a sentarse en la cómoda silla de la apatía y el desencanto.

Se sabe que los políticos y la política han venido haciendo grandes esfuerzos e invirtiendo mucho capital en lograr sumarse a este segmento poblacional. El problema radica en que dentro de sus promesas de un presente y futuro inmediato mejor, no les dicen cómo acceder o hacerse acreedores a dicha fuente de oportunidades. Lo que se pretende, es llegar a este segmento tan difícil pero a la vez, tan fascinante y lleno de oportunidades para simular la construcción de un proyecto de nación realmente nuevo, incluyente, ad hoc a las necesidades imperantes no sólo en México, sino a nivel mundial.

Lo cierto, es que se anda a la caza de ideas nuevas, frescas, llenas de vigor y empuje, maquinadas en mentes nuevas que busquen incidir en la política y en la toma de decisiones; que no les de miedo expresarse; que no estén corrompidas aún. Por ello, es que incito a que hay que ayudar a formar los nuevos cuadros integralmente preparados para dirigir al país, para contribuir a la tarea de la reconstrucción del tejido orgánico social que haga posible una auténtica democracia que sume esfuerzos.

Impera una gran necesidad por dignificar la política en México y regresarla a un estatus de flexibilidad, responsabilidad, cooperación, solidaridad, trabajo, legalidad, legitimidad, justicia y transparencia. Hay que quitarle los tintes de corrupción y desencanto, y devolverle el respeto que se merece. Por ello, la insistencia en la importancia del relevo generacional, ya que los jóvenes son los únicos capaces de dotar a la política del dinamismo que ésta necesita para ponerse de nuevo en pie.

En México contamos con la necesidad de un partido que sume esfuerzos, que se pare y defienda emblemas como el del libre mercado, la globalización, la tolerancia, el respeto y la democracia en México. No estamos ni podemos crecer solos. Tenemos que aliarnos y no cerrar los ojos ante una realidad por demás ineludible. Por ello, en el marco de una estrategia de formalización de la economía, debe de promoverse, por ejemplo, la generación de micro-financiamientos que faciliten el desarrollo inicial del joven emprendedor, logrando entre otras cosas, desestimular el trabajo informal.

Esto, ya que las cifras en este rubro son impactantes. Entre 2000 y 2003, el número de vendedores en la vía pública aumentó 40%, 1.6 millones de personas. De acuerdo al INEGI, entre estos mismos años, ingresaron al comercio informal 298 mil personas, en tanto que los datos del Instituto Mexicano del Seguro Social revelan que el incremento de los trabajadores formales en el comercio fue de 75 mil 598 personas. De acuerdo con el documento “La ocupación en el sector no estructurado en México 1995-2003”, esto significa que cada día había 272 nuevos comerciantes informales en nuestro país.

La informalidad es una amenaza para el desarrollo de México. De acuerdo a la EIU, entidad parte del grupo inglés que publica la revista The Economist, muy pocos negocios del sector informal pagan impuesto sobre la renta o al valor agregado. Esta es una de las razones por las cuales México, clasificado como la decimocuarta economía mundial, sigue cayendo en las mediciones internacionales de competitividad y está en el mismo nivel que Sri Lanka en recaudación de impuestos para cubrir gastos de educación, infraestructura y servicios públicos.

Según cifras del IMSS, el número de personas aseguradas y por tanto con un empleo fijo, decreció de 11 millones 26 mil 370 en diciembre de 2000 a 10 millones 881 mil 160 en marzo del 2005. Guillermo Ortiz Martínez (Banco de México) acertadamente ha asegurado que la pérdida de empleos formales se convirtió ‘’en el problema más preocupante de la economía mexicana’’. Lo que debemos de hacer entonces, es incentivar a los jóvenes a trabajar dentro de la economía formal, más que desestimular el trabajo informal, ya que el joven tiene que trabajar para sobrevivir, lo cual traería consigo beneficios globales compartidos para el país.
Por todo lo anterior, es que reitero la idea de que los jóvenes necesitamos nuevos espacios y formas de expresión, en donde se escuchen y hagan eco nuestras inquietudes y nuestros temores. México, su clase política y sus tomadores de decisiones, necesitan darse cuenta de que sí nos interesa participar, pero que muchas veces no sabemos cómo, o no creemos que nos dejen. De ahí mi insistencia en que la clase política requiere de un revelo generacional que dé voz y deje actuar a los jóvenes, quienes tienen mucho que aportar y sí pueden deshacerse de su actual apatía y desencanto para dar paso a la energía y la creatividad. Tenemos mucho que dar, sólo falta quién nos descubra y confíe en nosotros.

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