La Guadalupana

Y a la gente les decía: -Cuando ven levantarse una nube sobre el occidente dicen en seguida: “Va a llover”, y así sucede. Y cuando sopla el viento del sur, dicen: “Va a hacer calor”, y así sucede. ¡Hipócritas! Si saben distinguir el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo es que no saben distinguir el tiempo presente? ¿Por qué no disciernen por ustedes mismos lo que es justo? Lc 12,54-57


El relato de las apariciones de la Virgen de Guadalupe al indio Juan Diego plasmadas en el Nican Mopohua presenta una inculturación de una teología cristiana en una teología india, donde la doctrina de la primera se ve enriquecida por la experiencia y la sencillez de la segunda. Lo cual hace que el texto contenga algunos símbolos que nos pueden ayudar a comprender y recuperar lo que es la revelación de Dios.

La mayoría de los creyentes estamos acostumbrados a valorar la presencia de Dios a partir de fenómenos extraños o sobrenaturales, como si Dios fuera una realidad ajena a nuestra naturaleza humana y que de repente nos llegara desde el "cielo" para darnos mensajes ocultos. Así sucede con el hecho guadalupano, queremos fundamentar nuestra credibilidad en el relato en la medida que podamos comprobar la historicidad de las apariciones, dejando en los científicos la última palabra para creer si el hecho guadalupano fue o no una revelación de Dios.

Afortunadamente la teología ha tenido grandes avances en las últimas décadas, sobretodo de los teólogos más insertos en la realidad de nuestros pueblos, y se ha podido aclarar que Dios no puede ser una realidad ajena a la historia de la humanidad, no puede pertenecer a un mundo distinto al que actualmente vivimos, no podemos seguir haciendo la división entre el mundo espiritual y el mundo material, porque la presencia de Dios en el mundo tiene su plenitud en el mismo hombre, como lo demostró Jesús de Nazaret, quien por ser tan humano fue llamado Hijo de Dios. Por tanto, no podemos fundamentar la presencia de Dios en la manifestación de fenómenos extraños a la naturaleza del hombre, sino en la plenitud humana que provoca dicha acción o hecho.

Desde este punto de partida, no podemos dejar a los científicos la última palabra sobre la manifestación de Dios en el hecho guadalupano, necesitamos aprender a "distinguir el tiempo presente" para "discernir" por nosotros mismos lo que es "justo", es decir, lo que hace más ajusta nuestra humanidad. Y en el relato del Nican Mopohua tenemos elementos que nos pueden ayudar a realizar algunas reflexiones sobre cómo Dios actúa en el corazón de los hombres para revelar su palabra.

Un error de muchos teólogos e historiadores es querer encasillar o delimitar el relato de las apariciones de la Virgen de Guadalupe con la María de los evangelios, queriendo verificar la verdad del mensaje si coincide con los relatos bíblicos. Y si creemos en que Dios sigue revelándose en nuestra historia, no podemos tener como único marco comparativo al personaje de María, sino que necesitamos recuperar al Nican Mopohua como el encuentro de un personaje o una comunidad con la divinidad, que podríamos decir, en el caso de Juan Diego, con el rostro femenino de Dios.

Antes de esbozar algunos criterios, quiero hacer algunas aclaraciones que mucho nos pueden ayudar a comprender lo que es la revelación desde el texto guadalupano:

a) Estoy entendiendo por revelación aquella historia donde el hombre se descubre como parte de una humanidad y un cosmos, en una experiencia que le lleva a transformar su modo de ver la realidad y su participación en la historia.
b) Son sensaciones extrañas, porque le vienen de su relación con los otros y con el mundo, que despiertan su humanidad y al sentir que trascienden su persona. Por entrar en sintonía con la humanidad de otros, cree que es algo sobrenatural, la revelación está relacionado con lo más humano, que es el amor.
c) La revelación de la divinidad no es propiedad de los cristianos, Dios está presente en toda la realidad, en todos los pueblos y en todas las culturas. Donde exista el hombre está la posibilidad de la revelación.
d) La revelación no crea un lenguaje propio y exclusivo, sino que transforma el lenguaje ordinario, de manera que a través de él aparece el misterio. El lenguaje utilizado por la revelación tiene un carácter simbólico.

La revelación tuvo su plenitud en la persona de Jesús de Nazaret, pero actualmente el hombre sigue experimentando la revelación de Dios, condicionado por una realidad dominada por el sistema económico que obstaculiza la realización humana y con ello la experiencia de la revelación. Algunos criterios que nos pueden ayudar a tener una intuición sobre qué hechos o palabras surgen de una experiencia de revelación:

a) La revelación se da en la historia humana, desde hechos y acontecimientos concretos, no es un momento de iluminación separado de la historia, pensando que el hombre es un simple receptor pasivo de los mensajes de Dios. El hombre y Dios no son realidades separables, Dios ya está presente en el hombre y actúa desde el mismo hombre, por tanto, no puede separarse de la historia.
b) En la relación con los demás tengo la posibilidad de descubrir mi humanidad y la humanidad de los otros, por tanto, la revelación tiene como eje fundamental la relación con los otros.
c) La revelación se da cuando en esa relación con los demás uno experimenta algo más que la simple relación o la simple vivencia del hecho, se experimenta una novedad en su interior, algo que lo saca de sí mismo y lo pone en sintonía con la humanidad y el cosmos. En la revelación el hombre recupera su dignidad de ser humano.
d) La revelación es una experiencia que abarca toda la persona humana, no solo es la claridad en un razonamiento, sino que afecta el sentimiento, la intelección y la voluntad. Al ser una experiencia existencial hace tener otra mirada sobre la historia.
e) El hombre trata de explicar lo que está viviendo en su interior, aquí hace uso de su tradición religiosa para entender lo que sucede. El lenguaje es limitado para trasmitir esta experiencia. La revelación provoca un gozo que se quiere compartir.
f) El encuentro con Dios (humanidad, naturaleza, cosmos, historia) también provoca una transformación con la persona, por tanto, su manera de compartir la experiencia no es únicamente por medio de palabras, sino con una actitud de fraternidad y esperanza ante la vida.

Teniendo estos criterios vamos a recuperar los elementos del Nican Mopohua que nos pueden ayudar a comprender lo que es la revelación a partir de las experiencias que ahí nos relatan. Hacemos todo esto concientes de que el relato original pudo ser alterado y completado por influjo de una cultura mestiza con la intención de facilitar la evangelización o el control de los indígenas por parte del poder religioso-político del Virreinato. Algo que no quita la posibilidad de recuperar enseñanzas sobre cómo Dios se revela al hombre.

No pretendo argumentar la veracidad del relato a partir de los criterios de la revelación, eso será trabajo de los historiadores, sino que trato de recuperar los elementos del texto que nos pueden inducir a pensar que algunos fragmentos del texto recuperan una experiencia tan humana que solo podría ser dada por Dios.

El Nican Mopohua tienen un lenguaje simbólico, que por su contenido cultural tuvo que ser escrito por alguien que poseía o se dejó afectar por la teología india, con sus símbolos y mitos náhuatls. El conjunto del relato nos hace creer que existe un núcleo armónico de una experiencia indígena, complementado o alterado por los elementos de una doctrina cristiana.

Los encuentros con la Señora de "sobrehumana grandeza" (NP 16) están situados en el contexto histórico de un pueblo indígena que está sufriendo por la viruela, enfermedad desconocida por los indígenas (tío Bernardino), sometido al poder eclesiástico (casa del Obispo), y que sigue subiendo el cerro para encontrarse con la divinidad (Tepeyac). No son encuentros separados de la historia y de la vida cotidiana del indio representado en Juan Diego.

En el relato encontramos que la mayor consolación de Juan Diego es cuando la Señora le comunica que su tío ya sanó "cuando Juan Diego oyó estas palabras de la Señora del cielo, se consoló mucho; quedó contento" (NM 78a) Una consolación que no se manifiesta en los momentos en que Juan Diego se encuentra con la Señora. Esto nos enseña que la revelación es una experiencia de plenitud personal donde sientes tu humanidad y la humanidad de los otros. Claro esta que la revelación no es sólo saber que ya se alivió su tío, sino que existen otros elementos necesarios para confirmar la revelación.

Con esto podemos decir que la experiencia fundamental del relato está en la recuperación del tío Bernardino, en esta experiencia Juan Diego siente la presencia de la divinidad. Un experiencia que surge desde el dolor y la angustia de la enfermedad, una realidad nueva para los pueblos indígenas, que se unía al dolor de ver perder parte de su cultura. Ya decíamos que la revelación tiene como eje fundamental la relación con el otro, en este relato es la relación con el otro que sufre.

Lo interesante es que antes de señalar que el Tío Bernardino sanó, el personaje de Juan Diego va en busca del sacerdote (elemento cristiano) pero el texto dice "Luego dio la vuelta al cerro; subió por entre él y pasó al otro lado, hacia el oriente, para llegar pronto a México y que no le detuviera la Señora del cielo." (NP 67) Siller interpreta esta acción como un rito indígena "Le da la vuelta al cerro para cambiar de dirección, por el poniente simbólicamente iba a la muerte, yendo hacia el oriente su acción significa un caminar hacia la vida. Sube al cerro, para significar que lo está tratando como un templo."

Por tanto, antes de la experiencia fundamental (recuperación del tío) el personaje indígena realiza un rito en el cerro del Tepeyac. En la necesidad de salvar la vida a su tío, el indígena sube el cerro, busca a la divinidad para aliviar a su tío, aunque en el texto aparece como quien va en busca del sacerdote, quizás sea signo del tiempo en que el indígena se había sometido a la nueva religión sin dejar sus propios ritos y maneras de acercarse a la divinidad o que la petición del tío Bernardino de llamar a un sacerdote "para que fuera a confesarle y disponerle", es influjo posterior de la cultura mestiza, quienes más impulsaron la imagen de la Virgen de Guadalupe y el relato del Nican Mopohua.

La experiencia de plenitud de Juan Diego al ver recuperar a su Tío va acompañada de una experiencia de envío "Le rogó que cuanto antes le despachara a ver al obispo, a llevarle alguna señal y prueba, a fin de que le creyera" (NP 78b) El indio náhuatl se siente enviado a llevar el mensaje al Obispo de la ciudad. La experiencia fundamental hace salir de sí mismo y tener otra actitud ante la vida. Juan Diego pierde el miedo de enfrentarse al poder político y religioso, quien desconfía de su palabra, pero se siente apoyado y acompañado por la divinidad para hacer valer el mensaje.

El relato da a entender que el objetivo de la aparición de la Señora es la construcción del templo, pero si esta fuera la intención lo más fácil para la Señora era encontrarse con el Obispo personalmente, sin embargo, no es así. Por tanto, no podemos decir que el objetivo final haya sido la construcción del templo. El hecho de que la Señora elige a un pobre para llevar el mensaje al Obispo es una experiencia de cómo el pueblo indígena recupera su dignidad humana ante un contexto adverso. Podemos decir que el texto trata de trasmitirnos la experiencia de un pueblo indígena sufriente que, en la recuperación de una enfermedad, siente cómo Dios está de su lado, acompañándolo en su dolor.

El encuentro con la divinidad saca de sí a Juan Diego y lo envía a la casa del Obispo a compartir el mensaje, en ese caminar Juan Diego transforma la timidez e inseguridad de su persona para defender su palabra ante la autoridad religiosa. Pero es una experiencia que también trastoca la historia de esa autoridad, quien no va inmediatamente a ver al tío recuperado, sino que el tío va a informarle y atestiguarle, pero que finalmente "el obispo los hospeda en la casa algunos días, hasta que se erigió el templo de la Reina del Tepeyac". Es el pobre enviado a compartir una experiencia de Dios con quienes supuestamente tienen su sabiduría y poder. La lógica del mundo no es la lógica de Dios.

En el relato encontramos tres lugares claves: el cerro del Tepeyac, el palacio del Obispo y la casa de Juan Diego. a) La casa de Juan Diego es donde se da el "milagro" del tío Bernardino, la recuperación de una enfermedad, donde se vive la experiencia fundamental que hace confirmar a Juan Diego la presencia de la divinidad en su historia. b) En el cerro se da la conciencia de que es la divinidad quien recupera al tío Bernardino, es un encuentro con la divinidad en un cerro como la vivió Moisés en el monte Sinaí o como Jesús la vivió en el monte Tabor, en la experiencia de la transfiguración. El cerro es el encuentro con la naturaleza y con la historia, es ahí donde surge el llamado a compartir una experiencia con los otros. c) El palacio del Obispo es el lugar a donde Juan Diesgo tiene que ir a compartir la experiencia del tío y del cerro, es el centro del poder político y religioso, a donde es enviado para anunciar la Buena Nueva que experimentó en su interior.

En conclusión, podemos decir que la revelación o manifestación de Dios es un proceso que hace aflorar nuestra humanidad, la cual muchas veces permanece adormecida por experiencias negativas del pasado o las condiciones sociales en que vivimos, o mejor dicho, las experiencias de mayor plenitud humana son las que nos dan la posibilidad de arrancarle los secretos a la vida y en ello experimentar la revelación de Dios. La revelación es algo que se da desde la experiencia cotidiana de nuestras vidas, no es un fenómeno sobrenatural. En Juan Diego podemos ver cómo, a partir de la recuperación de su tío Bernardino y el experimentarse como parte de una creación desde el cerro del Tepeyac, se encuentra con el rostro femenino de Dios, algo que no lo paraliza, sino que lo envía a comunicar a los otros.

Si creemos que Dios ya existe en todo hombre y en toda cultura, tenemos que creer que Dios constantemente se está revelando desde la relación con los otros y con el Otro, sobretodo en la relación con el pobre, aquel que padece las consecuencias de una sociedad deshumanizada. Desde ahí podemos encontrarnos con la divinidad que desea transformar y hacer más humano nuestro corazón y nuestra religiosidad, para enviarnos a transformar y hacer más humana la sociedad en que vivimos.

El relato del Nican Mopohua nos invita a dejarnos encontrar por la Señora de "sobrehumana grandeza" desde nuestras experiencias más humanas, como lo puede ser la enfermedad, la muerte, el nacimiento de un hijo(a), la recuperación de un joven en las drogas, conforme vivamos en profundidad y sintiéndonos partes de una creación estos hechos, es como sentiremos que algo se suscita en nuestro corazón y que nos deja sensibles a la realidad del Otro.

Jorge Atilano Gonzalez, sj